TERAPIAS ANTROPOSÓFICAS

Pintura y dibujo terapéuticos

El dibujo y la pintura terapéuticos suponen una intensiva descomposición consigo mismo en la búsqueda de un equilibrio interno. A la vez da la posibilidad a través de la vivencia anímica de formas y colores el reconducir los movimientos funcionales del organismo.

Los instrumentos para ello son pincel y color, tiza, lápices y papel. En la conformación de forma y color, claro y oscuro, superficies y líneas con pastel o tono único, trazado suave o rotundo, surgen recuerdos del pasado pero también deseos para el futuro o una consciencia del presente. Se articulan en el nuevo cuadro en forma múltiple.

Así el camino es la meta. En la actividad creativa de una pintura no se trata de reproducir fielmente un paisaje o retratar una cara. Es mucho más importante la vivencia de la interacción de colores y formas como expresión individual de sentimientos y estados de ánimo. El dibujo y la pintura pueden ser válvulas par a lo ya vivenciado pero también catalizadores para lo todavía no aprehendido, que por medio de la actividad artística llega y actúa en el consciente.

Por otro lado actúa lo pintado también de nuevo sobre el organismo. Con un ejemplo se aclara esto: Un paciente con diarrea crónica debido a su enfermedad de Crohn pinta húmedo sobre húmedo en tono azul, en modo de que surjan formas. Una vez seco el cuadro el paciente dibuja los rebordes fuertemente con un lápiz. Esta delineación añadida lleva a lo excesivamente fluyente de nuevo a la forma y esto ocurre también en el plano funcional: el contenido intestinal excesivamente fluido es compactado aunque todavía no se modifique nada en el hallazgo orgánico. El pintar actúa directamente sobre la función corporal.

El pintar supone-según material y método- diversos sucesos: el color estimula la placidez o la pasión.

Gravedad o jovialidad, valor o retraimiento. Estimula la fuerza de imaginar y fortalece la voluntad. El pintor aprehende el color lo moviliza y conforma. Da y quita, densifica y disuelve, diferencia y reúne, desarrolla cercanía y distancia. La vivencia de estos contrastes en un intercambio rítmico lleva a disolver unilateralidades patológicas.

Desde ello se estimula un proceso de autoconocimiento, surgen a la luz bloqueos hasta entonces escondidos y relacionados con la enfermedad. En la continuidad del dibujo y la pintura terapéuticos se disuelven y transforman estructuras así como procesos traumáticos (también en niños).

La elección de colores y técnica de pintura-seca con tizas  o húmedo sobre húmedo con colores de acuarela se rige a partir del fin terapéutico. Con movimientos de frotación las tizas son llevadas al papel con el fin de hacer surgir un cuadro desde grandes superficies coloreadas.